Reportaje. "Un día en la armería de Manolo Anguiano y familia"

Los inicios de este oficio en la familia se remontan al año 1940. Cuando mi abuelo Enrique monta un pequeño taller en su casa para reparar armas (debido a su pasión por la artesania y el ajuste de éstas). Esta pasión trascendía de su padre, mi bisabuelo.

Sin embargo, no es hasta el año 1958 cuando mi padre, Manuel Anguiano Mendoza, con 17 años, se decide a montar una armería en Sevilla y a partir de ahí consolidar esta afición como “modo de vida” hasta hoy. Y no sólo para él, sino que ha sabido volcar toda su sabiduría en mi hermano Manolo, que también le gustaba mucho todo el tema artesanal.

Pero…¿En qué consiste realmente el trabajo de armero?

En la armería, mi padre y mi hermano “miman” las armas…

- Que si el picado de una culata, con todo el cuidado y esmero que se merece, tiene una delicadeza…

- Cortando el muelle de la escopeta con la piedra de esmeril...

- Ajustando el muelle a la carabina (escopeta)...

 - Que si el lijado de una cantonera...

- La revisión de la carabina, hasta el último detalle, tiene que dejarla perfecta!

  




- La limpieza de una repetidora...

- Que si el abrillantado de una escopeta, dejándola sin una huella, vamos, para hacerle la prueba del algodón, como dice el anuncio, “el algodón no engaña”.

- El recantoneado del culatín de una escopeta (saltan de motitas de goma…me puse perdida…)

En definitiva, se centran en la reparación artesanal de las armas, aunque también la fabrican. De un taco de madera sacan esas preciosidades de culatas y de un trozo de acero hacen esos dibujos tan detallistas picando y tallando en ellos, vamos, trabajo de chinos… Y como no, se dedican a la venta de las mismas, por lo que las dotes comerciales no se pueden olvidar.

    
 
Incluso, destacar el carácter creador que les llevó a innovar un sistema para adaptar el arma al perfil del tirador, llamado: Carrillera graduable. Todo una novedad para el mundo de los armeros.

Si es que lleva toda una vida para ello…

En mi opinión, el trabajo de armero es muy duro y constante, ya que se pasan horas y horas en el taller, toda la mañana y la tarde, a mi padre sólo lo veo para comer y cenar y a mi hermano casi ni eso, porque ya no vive en casa. Pero bueno, es lo que tiene ser un trabajador autónomo, que se necesitan muchas horas para llevar a tu familia adelante, aunque como dice mi padre “con esfuerzo, constancia y sobre todo disfrutando lo que haces, todo se consigue y al final obtienes tu recompensa”.

Para mí, este oficio requiere de perfección, paciencia, habilidad manual, trabajo, cuidado, constancia y tiempo. Cualidades que, a parte de tener mi padre e ir consiguiendo mi hermano, me han afectado hasta a mí, jajaja.

Para que después me llamen perfeccionista, si es que no puede ser de otra manera:

“De tal palo, tal astilla” :P